Hace tres años que se puso en marcha el Piso Inma Bernal, un recurso para jóvenes solicitantes y beneficiarios de protección internacional en Cartagena. Tres años de aprendizajes, de tejer historias de aquí y de allí, de crecimiento personal, de retos, éxitos y algún fracaso del que siempre se aprende.

 

Por: FISAT

El Piso Inma Bernal es el primer recurso residencial de este tipo para la fundación FISAT, que junto a la Coordinadora Estatal de Plataformas Sociales Salesianas (CEPSS) iniciaba su andadura en la atención y acompañamiento a personas refugiadas. Pero este piso ha sido mucho más para la Plataforma de Educación Social (PES) en Cartagena, ha sido la materialización de una aspiración desde los inicios de la plataforma social con Inma Bernal al frente. En su memoria, este hogar para jóvenes que llegan a España buscando un futuro, lleva su nombre.

Aunque el proyecto Inma Bernal es un proyecto joven y único dentro de la fundación FISAT, creo que ha conseguido en poco tiempo asentar principios básicos de la intervención social y más concretamente, del ambiente salesiano. Teniendo como pilares fundamentales la acogida, la cercanía y el sentimiento de familia y hogar. Así como la apuesta por la promoción de la persona, respetando tiempos y situaciones, y la confianza en las posibilidades de cada joven. Todo ello, generando vínculos afectivos entre todos los agentes implicados”, Rubén Aliaga es el coordinador del piso.

La aspiración de este proyecto es sencilla y a la vez muy compleja: “El principal objetivo del Proyecto Piso Inma Bernal es el de intentar “ser hogar” para todos los jóvenes que han pasado por él. Un hogar que huela a respeto, a confianza, a ternura, a comprensión, a compromiso, a alegría, a esperanza… Un hogar que sirva de base y de trampolín para conseguir una autonomía”, explica Rubén.

Para el equipo educativo la experiencia de este camino recorrido es positiva. David Barqueros es el director de la PES de Cartagena: “El balance de este proyecto a nivel de plataforma social y de casa salesiana es muy positivo en estos tres primeros años de andadura. Todos los chicos que han pasado por él hasta ahora -que han sido un total de 15- han dejado su huella, de alguna u otra forma. Ha habido alguna experiencia menos satisfactoria, pero que con el tiempo valoramos como positiva para el crecimiento del proyecto, y que nos ha hecho conocer realidades de países que están sufriendo verdaderos dramas, con historias de vida muy difíciles, y de los que a Europa llega poca o ninguna información”.

 

Tras la puerta del piso Inma Bernal: empieza la contrarreloj

Gambia, Mali, Albania, Afganistán, Senegal, Camerún, Burkina Faso, Marruecos y Somalia… La lista de países de procedencia de los jóvenes solicitantes de protección internacional en Inma Bernal es amplia y diversa pero los motivos para salir de sus casas son los mismos: violencia, inseguridad, inestabilidad social, económica y política… y una única razón: vivir.

Emprenden un viaje que suele durar años, con una transición de varios países hasta llegar a un destino, la mayoría de veces desconocido, decidido por la suerte burocrática de una Unión Europea cada vez más blindada a los derechos humanos. En España, el reparto de personas migrantes entre comunidades autónomas también determina sus destinos. Los recursos y la voluntad política de cada autonomía facilitan o dificultan la inserción de estos jóvenes en la sociedad de acogida.

¿Cuál es el perfil del joven que llega a este recurso?Es un joven que se ha quedado sin hogar, que no tiene familia o que la tiene a miles de kilómetros, que ya no percibe el olor de su tierra, que su vida se desarrolla en un entorno desconocido, sin estudios, sin trabajo, que todo: idioma, costumbres, cultura… es nuevo para él. Todo ello, sumado a una huída, a una mochila personal bastante cargada y generalmente a un camino migratorio difícil y duro. Y a esto, se le suma los tiempos limitados y la incertidumbre en la que se mueve una persona solicitante de asilo. Además, de tener que convivir con otros chicos desconocidos, de otro país, de otras costumbres… y adaptarse a las normas del sistema y de la entidad”, relata Rubén.

Y con este bagaje atraviesan la puerta de Inma Bernal para ser recibidos por un equipo educativo multidisciplinar: educadores y educadoras sociales, trabajadora social, psicóloga, prospector laboral que acogen, acompañan, alientan y aprenden junto a ellos. El tiempo máximo dentro del sistema de acogida de protección internacional es de 18 meses. En este plazo comienza una carrera contrarreloj para tratar de regularizar su situación y dotarles de las herramientas necesarias para su autonomía. Para ello, el funcionamiento del equipo es clave, como explica Rubén: “Me reafirmo en la importancia de un buen engranaje del equipo educativo. En este proyecto trabajamos desde distintas áreas: educativa, formativa y laboral, aprendizaje del idioma, psicológica y administrativa. La unión, el trabajo cooperativo y una buena comunicación es clave para los procesos de cada joven”.

El Piso Inma Bernal tiene cuatro plazas, en estos tres años han pasado 15 chicos por este recurso. David nos habla de la convivencia: “Las principales dificultades del día a día son las propias de una convivencia de cuatro personas jóvenes que han realizado un trayecto migratorio muy complicado, y que se ven “obligadas” a convivir en una misma casa porque el sistema de acogida y de protección internacional así los ha asignado, sin tener en cuenta la situación personal de cada uno, las costumbres, o su cultura.
Otra dificultad suele ser la incertidumbre que provoca en las personas solicitantes de asilo el desarrollo de su solicitud, si le concederán el asilo o se lo denegarán, con el riesgo que conlleva quedarse en situación irregular si ocurre esto último.
Por último, otra dificultad suele ser el bajo nivel de idioma castellano con el que llegan a España, que ralentiza mucho el proceso de inserción sociolaboral y la adquisición de herramientas para la autonomía personal”.

Ruben también destaca el factor tiempo. “muy ajustado para la consecución de objetivos. Es decir, en pocos meses un joven destinatario tiene que aprender el idioma, realizar cursos de formación, buscar y conseguir un empleo y buscar una vivienda. Todo ello, mientras no le denieguen su solicitud”.

Y añade un factor que mucho se denuncia desde el Tercer Sector, pero poco se aborda desde las administraciones públicas: la salud mental.
“Las personas solicitantes de protección internacional sufren ansiedad, angustia, pesadillas, apatía, desesperanza, frustración, somatizaciones como cefaleas o dolores musculares, problemas de sueño, depresión, o trastorno de estrés postraumático, todo ello son compañeros de viaje habituales”. Para abordar estas secuelas, el proyecto cuenta con una psicóloga que presta servicio tanto a nivel individual como con talleres grupales.

 

Mejoras en el sistema: agilidad, mayor conocimiento y humanización

El Piso de Solicitantes de Protección Internacional también ha sido una escuela de aprendizaje para los profesionales de la Plataforma Social en Cartagena, como destaca Ana Belén Rodríguez, educadora: “A nivel profesional me ha aportado el adquirir nuevas herramientas de trabajo y sobre todo el saber adaptarte a cada momento, se trata de un proyecto que en cualquier momento la situación de la persona puede cambiar, dando un giro que conlleva modificar todas las pautas y planes que tenías con esa persona, por lo que es un constante reciclaje profesional”.

Aunque en Cartagena tienen una larga experiencia en la acogida y atención a personas migrantes que se remonta 20 años atrás con la constitución de la Asociación Alraso, el proceso de solicitud de asilo y el acompañamiento en el proceso supone enfrentarse a enormes desafíos burocráticos comos señala David Barqueros: “He aprendido mucho también sobre el tedioso proceso de solicitar asilo, desde la solicitud inicial y la entrevista con la policía, a los diferentes documentos emitidos por la Oficina de Extranjería para regularizar la estancia de estas personas, como las escasas opciones y oportunidades cuando llega una denegación”.

Los tres profesionales ponen de relieve la necesidad de agilizar los procesos administrativos y sobre todo revertir la frecuente deshumanización con la que se encuentran por parte del sistema.

Según Ana Belén: “A nivel administrativo creo que queda mucho por mejorar, es complicado realizar algunos trámites en las instituciones públicas simplemente por el desconocimiento que hay en cuanto a la documentación que traen los chicos. Necesitamos concienciarnos que trabajamos con personas no con números”.

“Es necesario agilizar procesos y trámites, proporcionar más citas o más información a las personas para que puedan ejercer el derecho a solicitar refugio. En definitiva, tratar a las personas como personas, no como números, ni como bienes que pueden trasladarse de un lado a otro como si de una mudanza se tratase”, denuncia David.

Rubén también insta a tener en cuenta las inserciones sociales y laborales para las resoluciones positivas. Cuidar los procesos personales y dar facilidades en lugar de propiciar obstáculos.

 

Vivir el proyecto desde la vocación deja huellas que trascienden a lo profesional.

Ana Belén: “Es un proyecto que siento que me ha aportado más de lo que yo le he aportado a él. Día tras día, los chicos me sorprenden de la capacidad de superación con la que cuentan, el haber dejado tanto atrás para buscar una vida nueva, las ganas que le ponen a aprender el idioma, realizar formaciones o la ilusión de comenzar un nuevo trabajo”.

David: “Veo a estos chicos como auténticos ejemplos de vida, de superación, creo que hay mucho por aprender de ellos. A mí me sirven como ejemplo a la hora de superar obstáculos. Me hacen minimizar otros problemas que se dan en el ‘primer mundo’, y que son banales si te pones a compararlos” .

Rubén: “Son ejemplos de vida, de superación personal, de saber mirar lo positivo, de encontrar motivos para la esperanza…”

Y ofrecen una visión más crítica de un entorno y una sociedad a la que en general le hace falta superar limitaciones derivadas del racismo estructural. Para ello piden derribar las barreras y prejuicios respecto a las personas migrantes en general. “Es un deber de todos y todas trabajar un poco más la empatía, ponerse en la piel del otro, dar la dignidad y autonomía que buscan y merecen las personas”, opina Ana Belén.

Mientras David advierte de los peligros de la desinformación: “Debemos ser una sociedad acogedora, y una sociedad con pensamiento crítico, capaz de analizar las noticias que filtran desde distintas fuentes sensacionalistas que solo hacen promover el odio al diferente, y remarcar las diferencias”.

Para Rubén la clave está en la empatía: “A esta sociedad le falta conciencia, le falta humanidad, le falta no normalizar tantas injusticias, tantos dramas, tantas pérdidas de vidas humanas que, en demasiados casos, buscando la vida encuentran la muerte.
Le falta conocer a las personas antes de juzgar o de generar odio o discriminación que nos ayude a quitarnos algunas alambradas de nuestros ojos y de nuestro corazón”.

Y recuerda que “el asilo no es un acto generoso, solidario y altruista, es un derecho internacional y como tal, debe reconocerse y luchar porque se cumpla”.

Preguntas y respuestas sobre el Piso Inma Bernal

¿Cuántas plazas tiene el piso?

4 plazas para jóvenes solicitantes o beneficiarios de protección internacional con edades comprendidas entre los 18 y 26 años. 

¿Cuántas personas destinatarias han pasado por el piso?

Desde 2020 han pasado 15 jóvenes.

¿Cómo se financia el piso?

Hasta 2021 estaba financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el Fondo Social Europeo y el Fondo de Asilo, Migración e Integración.

Desde 2022 es un proyecto concertado por el actual Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. 

¿Cuáles son los motivos generales de su petición de asilo?

Inseguridad que sufre el país de origen, a causa de los ataques de grupos islamistas extremistas y de la inestabilidad política. 

Al mismo tiempo, hay personas que huyen debido a las operaciones militares en el territorio del país, a la delincuencia, las tensiones étnicas, los grupos violentos organizados, la violencia comunitaria relacionada con la esclavitud en zonas determinadas, las disputas por las tierras y el deterioro económico.

¿Cuánto tiempo puede permanecer un joven en el piso?

El período máximo dentro del sistema de acogida de protección internacional  son 18 meses. 

¿En qué situaciones se debe dejar el recurso?

Tras el cumplimiento del período máximo dentro del sistema de acogida de protección internacional.

Tras una inserción laboral que permita al destinatario conseguir unos ingresos mínimos. Esta es la situación que más se repite. El itinerario que se plantea desde el proyecto es intentar encontrar lo más rápido posible un empleo que les permita ser autónomos, conseguir ahorros, poder enviar dinero a sus familias y trabajar el máximo tiempo posible antes de que se resuelva su expediente, por si fuera negativo, poder presentar el arraigo laboral. Teniendo en cuenta que hasta los 6 meses de estancia en España no consiguen el permiso de trabajo.

En ambos casos la salida se produce aunque su expediente no haya sido resuelto.

¿Cuál ha sido el resultado de las resoluciones administrativas de los 15 jóvenes que han pasado o están en el proyecto?

4 denegaciones.

3 concesiones de asilo.

Resto: esperando resolución.

¿Cuántos jóvenes han logrado un empleo estando en el proyecto?

10 jóvenes. En este punto destacar la importancia del compromiso de las empresas con la juventud en situación de vulnerabilidad para ofrecerles una oportunidad laboral. 

Destacamos en este sentido la experiencia vivida con una empresa local: Tras realizar un curso de auxiliar de almacén con nosotros, Dawda, joven destinatario del piso, realiza prácticas en una empresa. La empresa decide contratarlo. Tras unos meses contratado le deniegan la solicitud de asilo, por lo que queda en situación irregular y en consecuencia, la empresa le tiene que despedir. Dawda tiene que esperar a cumplir el tiempo requerido en España para iniciar su proceso de regularización administrativa. Gracias a un gran trabajo de sensibilización empresarial, la empresa decide esperar a Dawda hasta que tenga su permiso de residencia. Finalmente, consigue permiso de residencia por arraigo social y la empresa lo vuelve a contratar, y ahora mismo es plantilla en dicha empresa. 

TESTIMONIOS DE VIDA EN EL PISO INMA BERNAL DE CARTAGENA

Oualid Arrais: "Pensaba que sería mejor mi vida en España que en Marruecos"

¿Cómo pensabas que sería tu experiencia en España?

Yo pensaba que sería mejor mi vida en España que en Marruecos. Quería aprender español y conocer gente. También quería conocer una cultura nueva. Quiero vivir aquí el resto de mi vida porque estoy en un país seguro y protegido.

¿Cómo te encuentras en el proyecto piso Inma Bernal?

Me encuentro muy bien porque es mi casa en España y aprendo mucho. Me tratan con respeto. Además, comparto el tiempo con mis compañeros y me gustan mucho las asambleas. Si necesito algo mis educadores me ayudan. 

¿Qué recordarás de tu paso por el proyecto piso Inma Bernal cuando te vayas?

Me voy a acordar siempre de mis compañeros y de mis educadores porque son las primeras personas que conocí aquí. Creo que no hay fundación en España como FISAT. El Piso Inma Bernal es mi casa en España y siempre voy a recordar a mis compañeros y educadores.

¿Qué te gustaría conseguir?

Me gustaría aprender más de la cultura español y sobre todo me gustaría conseguir un futuro bueno. Me gustaría tener un trabajo y formar una familia y seguir toda mi vida en España.